Sin limitaciones de formato, técnica, ni canal de expresión, la obra de Felipunk lleva décadas navegando lo transmediático. Como corresponde a su generación, su trabajo es limítrofe entre lo análogo y lo digital y fluido entre lo artístico y lo comercial.  El temprano entendimiento de la teoría del caos desde la estética fractal, le ha permitido por décadas expresar lo matemático en lo plástico y encontrar hoy en lo plástico, un portal a lo místico.

Sus insaciables variaciones de expresión creativa han transitado por museos, galerías, reputadas publicaciones, editoriales y festivales. La adopción de las teorías post humanistas en su discurso y en su obra, lo convierten en un faro de consciencia para una audiencia que se convierte hoy sin importarle, en víctima programable de la inteligencia artificial al servicio de un puñado de poderosos.

La fotografía como medio le permitió transitar por años de lo editorial en publicaciones como Rolling Stone, Gatopardo y muchas otras, a lo plástico en las paredes del Museo de Arte Moderno en Colombia y la Casa de Américas en Madrid entre otros espacios.  Estudios fractálicos de la complejidad urbana en Europa y Latinoamérica, expresados en series de caleidoscopios e imágenes de recorridos citadinos donde el artista encuentra belleza en donde otros solo ven ruido. Fotografías donde la perdida de perspectiva generada por la composición de la imagen, reclama del espectador una segunda mirada sobre elementos que en el diario vivir no merecen atención para la gran mayoría.

Una búsqueda incansable de fractales que su fotografía encuentra también en imágenes de patrones generados por la acción continua y devastadora del hombre en la naturaleza.  Búsqueda que pasa también por la intimidad de los patrones de sus propios movimientos expresados en una serie de pinturas automáticas que también muestran lo bello en medio de lo caótico.

La temprana adopción de los formatos digitales como parte de un ecosistema de medios más complejo, lo llevaron a la producción del primer transmedia de su país en un film que vio festivales como Sundance en el 2015.  Diseñó y lideró acciones colectivas en redes sociales que terminaron entregándole el Record Guinness al mayor numero de tapas recicladas en ocho horas. Tomas urbanas con carteles en espacios públicos, calles y “hackenings” de pantallas en aeropuertos que le gritaron al mundo que habíamos dejado de ser humanos para convertirnos en un dato.

Los patrones de lo matemáticamente complejo en el universo se convirtieron pronto en portal de entendimiento al buscar alivio de esta realidad distópica.  Tanto en retratos de algoritmos a través del collage con antiguos dibujos anatómicos sobre planos técnicos de maquinaria hoy obsoleta, hasta llegar a imágenes místicas de collage digital que componen sus versiones del tarot, los nueve círculos del infierno y los siete pecados capitales. Chamanismo Digital como medicina para el ser humano convertido en víctima de su propio invento.